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viernes, 11 de abril de 2008

ROSITA

Rosita es una niña de apenas cuatro años, aún no asiste formalmente a la escuela, pero se prepara para ese momento recibiendo los beneficios del programa Educa a Tu Hijo, una etapa previa al inicio de sus actividades preescolares.

Yo no conocía a Rosita. Ella me encontró a mí en un viaje de retorno a la ciudad de Bayamo, capital de la provincia de Granma.

Se encontraban ella y su mamá en Veguitas, comunidad del municipio Yara, cercana a Bayamo, haciendo lo que en el mundo se denomina auto-stop y en Cuba, botella.

Desde que subió al auto, se le desencadenaron las emociones a Rosita, contrariamente a lo que alguien puede pensar, la niña de origen campesino, comenzó a reír, y a cantar una composición del cancionero infantil, ´´Barquito de Papel´´.

La mamá, que trataba de calmar a la niña, me dijo que todos los días, a las cuatro de la tarde, asistía a una especia de academia que existe en Yara, donde el maestro Hugo, descubre las habilidades y el talento de los pequeños para la música.

Un día, cuenta la madre, en una celebración realizada en la escuela de su entorno, Rosita se destacó memorizando canciones e interpretándolas para el auditorio, y allí nació la posibilidad de estimular en ella el amor por la música.

Desde entonces, cada tarde, la mamá se traslada varios kilómetros para llegar a Veguitas, donde la espera el maestro, que le está enseñando los rudimentos para que encuentre, si la tiene, la vocación por esa manifestación del arte.

El viaje junto a Rosita no duró mucho tiempo, pero fue el suficiente para apreciar en la niña el interés, desde esa temprana edad para el canto y el piano, instrumento del que ya arranca los sonidos primarios.

Cuando se detuvo el auto, la niña, Rosita, divisó a su padre, en la casa que ocupan de manera provisional y en medio de los platanales, y le surgió una hermosa sonrisa y los ojos se le agrandaron con la alegría que experimentaba.

Quizás tengamos pronto a una concertista, o a una cantante, eso es lo que deseo yo sinceramente, porque Rosita, con su aliento, con su deseo de ser una artista, dejó en aquel auto los destellos de esperanza de una niña campesina de la zona de Los Cayos, Veguitas, municipio de Yara.

Autor: David Rodriguez