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sábado, 7 de junio de 2008

OJOS RENOVADOS EN LA SIERRA MAESTRA

Pequeños y sensibles, los ojos dan al hombre la posibilidad de conocer al mundo tal como es; de ofrecer, al menos, la imagen del pequeño mundo a su alrededor.

Quien por estos días se asome a través de los ojos de cientos de montañeses cubanos, tendrá la sensación hermosa de estar en un lugar soñado, libre de egoísmos y preñado de generosidades.

Hoy podemos corroborar tales afirmaciones en las voces de mil 500 vecinos de la Sierra Maestra, residentes en cualquier comunidad del municipio de Guisa, quienes reencontraron el verdor de sus lomas tras ser operados de la vista, dicen ellos, por "hermanos" venidos de su misma tierra.

Otra vez Cuba profundamente humana. Sin embargo, a veces mezclamos el acontecimiento en la avalancha periodística, y olvidamos exaltar el enorme altruismo de la brigada médica que Sierra adentro, devolvió a los enfermos de los ojos las postales, en tiempo real, del amanecer montuno.

Complicada y cara, la cirugía oftalmológica requiere sólo de tecnología avanzada para curar un ojo; pero cuando son miles, exige, además, corazón y largueza. En 28 días, médicos, enfermeros y técnicos de ocho provincias cubanas plantaron un salón en medio de la cordillera y curaron a mil 500 personas.

El mismo tiempo demoraron otros 15 galenos, quienes ascendieron a los más intrincados rincones y revisaron, por si acaso, a cerca de 40 mil montunos.

En la oriental provincia de Granma, la experiencia se repitió en tres municipios, dos de ellos en la Maestra.

Antes de Guisa, otros cirujanos escalaron las montañas de Bartolomé Masó, y entre sus andanzas, llegaron a uno de los lugares más altos del país, en la histórica comunidad de Minas del Frío, ubicada a pocos metros de las nubes, y a 940 sobre el nivel del mar.

Hasta hoy, suman casi cuatro mil serranos los que vuelven a ver. y a agradecer. Otra vez Cuba desprendida y bondadosa. De las lomas de Guisa a otras lomas cercanas marchan ahora las batas blancas. Buey Arriba, municipio de crestas empinadas, será el próximo escenario de amor, y otros miles serán los campesinos confiados en la medicina cubana, hija de esa gran Revolución que nació por esos mismos lares escarpados.

Bajo el nombre de Operación Milagro, la pequeña Isla de "salud para todos" también abre sus servicios al mundo: el capítulo humano que termina en Guisa repite escenas similares en América Latina, y los miles de un rincón cubano se multiplican en las tierras del sur. De manos de la hermana Venezuela, Cuba repartirá luz a por lo menos seis millones de latinos.

Mientras tanto, en la mayor de las Antillas, a pocos sorprende el beneficio al montañés, acostumbrados al gesto desinteresado y presto del cubano; pero al campesino le corre la lágrima, y la vista de la hermosa campiña se le empaña, ya no por enfermedad, sí, por el alma excitada.

Asomémonos entonces a los ojos humildes y limitemos la imaginación; no vaya a ser que de mucho comparar, se nos antoje que la leyenda bíblica sobre un edén y un hombre capaz de devolver la vista a un ciego, es el pasaje real de una cordillera histórica y varios médicos cubanos.

Autor: Dilbert Reyes Rodríguez