Seguidores

miércoles, 20 de mayo de 2009

RENE CAPOTE, BAYAMO, EL CORO Y EL PIANO


Es imposible atrapar con pocas palabras toda la trayectoria de un músico bayamés que ha dando rienda suelta a su talento, ha escrito una bella historia que lo trascenderá en el tiempo.

Tiene en su sangre la estirpe que nos enseñó el camino de la libertad, pero no ha vivido de ese pasado glorioso, sobre ese pasado hizo su presente y su futuro.

No se podrá escribir la historia de la música bayamesa sin mencionar su nombre, asociado hoy a figuras que siguen el camino que él labró desde la tribuna del teclado de su piano.

Este Instrumento se rodeó de voces un día memorable hace casi medio siglo, y entonces la música no viajó sola por el pentagrama, sopranos y barítonos comenzaron entonces a acompañarlo por los senderos difíciles de la interpretación. Y siempre salió ileso en esas confrontaciones por su magisterio y su limpieza técnica.

Las calles de Bayamo lo han visto a cualquier hora, luego de alguna presentación en el Museo Provincial o en otros sitios de la ciudad que reclamara su presencia. Es un artista de un alto nivel, dotado de una capacidad inmensa para enseñar.

Se siente orgullo al saber que a nuestro lado está uno de los artistas que más amó a su tierra bayamesa, a la que jamás abandonó cuando sus posibilidades le auguraban un futuro cierto en la capital del país.

Los bayameses tenemos una hermosa deuda con René Capote, deuda que saldaremos solo con reconocer toda la felicidad que nos ha proporcionado desde el sonido de su piano que ya desde hace mucho es patrimonio de la Ciudad Monumento Nacional.

Si algo distingue al ser humano es su capacidad de amar, esa manifestación de los sentimientos que surge cuando alguien en su paso por la vida ha entregado todo su caudal de conocimientos con la excelsitud académica que René demuestra en cada instante.

Este bayamés de muy dura cepa no ceja en el empeño pues su amor por el piano, por la música y por su ciudad, lo sitúan en un sitio imprescindible en la memoria de los que la habitamos.

Autor: David Rodríguez