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viernes, 7 de mayo de 2010

FELICIDAD RODRIGUEZ: MI MAMA

Todos los días recuerdo a mi mama. En amaneceres u anocheceres la tengo siempre muy presente.

Es algo que necesito cotidianamente. Es un pensamiento el que le dedico siempre, porque habiendo sido una persona de tanta bondad, tengo el deber de llevarla en todos los momentos de mi vida.

Cuando se acerca el segundo domingo de mayo entonces se repiten con mas frecuencia las imágenes que guardo de ella en mi memoria, las que me transportan a situaciones, lugares, hechos que compartimos en nuestras vidas.

Era una mujer enérgica, con las virtudes y los defectos que arrastramos los seres humanos, pero tenia una especial visión de lo que debía ser mi vida y la de mis hermanos en cuanto a la honradez y la honestidad que debíamos asumir en nuestras trayectorias.

Vivíamos en condiciones muy difíciles, pero la casa era limpia a pesar de la situación económica. Mi padre torcedor de tabacos en la fábrica de los Moya, tenía un salario que a pesar de ser poco, nos permitía vivir gracias también a la generosidad de Odón Carbonell.

Este hombre propietario de una tienda le abrió un crédito a mi padre con el que nos permitía comprar los alimentos y pagarlos cada fin de semana. A Odón nunca lo olvidare.

Pues bien mi mama siempre estaba en la casa, haciendo lo que se hace en los hogares: lavando, limpiando, cocinando, cosiendo y otras actividades.

Comencé la escuela y mi mama era presencia permanente a cualquier hora. Hablaba con las maestras. Preguntaba acerca del desarrollo del curso. Participaba en cuantas reuniones se convocaran por la dirección del centro.

Yo veía esa presencia suya como algo positivo por la relación que establecía con aquellas maestras mías, pobres, pero ricas por el corazón que tenían en el pecho, aun viviendo fuera de Bayamo, el Palma Soriano o Santiago de Cuba, jamás faltaban a dar clases!!!

El principio de la honestidad sembrado por ella en mi era comprobado ocasionalmente. Recuerdo una anécdota. Un día Carlitos Cedeño me regalo un lápiz de la marca Mirados. Llegue a la casa luego de las clases. Iba a hacer mi tarea cuando me pregunto lo que yo no esperaba.

Y ese lápiz? Dijo ella. Le respondí que me lo había regalado Carlitos Cedeño. Dio media vuelta y se marcho. Yo no imaginaba lo que iba a suceder al siguiente día en la escuela.

A la mañana siguiente salí como de costumbre para la escuela y en el momento del receso la veo entrar al patio. No me extraño porque como dije antes era visita constante en mi centro de estudios.

Mi sorpresa se produjo cuando en medio de la algarabía propia de la escuela, llamo a Carlitos Cedeño delante de mi y le pregunto: Usted le regalo ayer este lápiz a David?.

Cedeño se estremeció, pensando que había cometido un pecado. Le dijo a mi mama que si, que era cierto.

Ella se sonrió y le dio las gracias a el y salio de la escuela.

Esa fue una de las enseñanzas de ella. Y eso lo voy a agradecer toda mi vida, por eso la premio todos los días pensando en su imagen, en su figura y en los buenos ejemplos que me dio.

Ella se fue el seis de diciembre de 1993, casi 17 años hace de ese acontecimiento traumático aun para mi.

Cuando en Cuba se celebra este domingo nueve de mayo el Día de las Madres, creo verla a ella en todos esos rostros felices que reciben el beso de sus hijos.