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lunes, 18 de abril de 2011

ANIVERSARIO 192 DEL NATALICIO DEL PADRE DE LA PATRIA CARLOS MANUEL DE CESPEDES

Los hombres que fundan nacen todos los días.

La mañana abrió muy hermosa. La casa de todos los cubanos resplandecía.

El recuerdo se hizo presente cuando hombres, mujeres y niños de la Numancia de Cuba, en apretado haz, se congregaron en el sitio sagrado para besar la mano del Padre de la Patria.

Momento enaltecedor dedicado a quien todo lo dio para que el sol tuviera la libertad de entregarnos sus luces, sin grilletes, ni látigos, sin otra bandera que no fuera la nuestra, con la convicción que la justicia implantara sus reales.

No hay cubano digno que no ame a Céspedes. Aquel que no lo reconozca en toda su grandeza, debe ser despojado del gentilicio que desde La Demajagua nos conquistó para siempre.

Y es que el prócer mostró el camino de la dignidad al pueblo, que atesora sus enseñanzas como legado insoslayable para seguir sosteniendo el estandarte de la honra que también tiene su nombre.

En su Casa de Bayamo, nuestro Himno Nacional se cantó hoy con la hidalguía de aquel 20 de octubre y se escuchó La Bayamesa, con la misma ternura del instante en que Luz Vázquez recibió la serenata que estremeció su corazón de mujer enamorada.

Es que en Céspedes se logra la maravillosa conjunción del héroe y el artista, manifestaciones que distinguen el nacimiento de una nación porque pólvora y verso, marcharon juntos por la manigua de la redención y la gloria.

Hace 192 años que nació el Padre de la Patria y que orgullo poder cantarle, decirle, amarle, en un país que desde aquella otra mañana del primero de enero de mil 959, se vistió con los colores de la independencia para no perderlos jamás.




REFLEXIONES DE FIDEL: LOS DEBATES DEL CONGRESO


Escuché hoy domingo a las 10 de la mañana los debates de los delegados al Sexto Congreso del Partido.
Eran tantas las comisiones que, como es lógico, no pude escuchar a todos los que hablaron.
Se habían reunido en cinco comisiones para discutir numerosos temas. Desde luego que yo también aprovechaba los recesos para respirar con calma y consumir algún portador energético de procedencia agrícola. Ellos seguramente con más apetito por su trabajo y su edad.
Me asombraba la preparación de esta nueva generación, con tan elevado nivel cultural, tan diferente a la que se alfabetizaba precisamente en 1961, cuando los aviones yankis de bombardeo, en manos mercenarias, atacaban la Patria. La mayor parte de los delegados al Congreso del Partido eran niños, o no habían nacido.
No me importaba tanto lo que decían, como la forma en que lo decían. Estaban tan preparados y era tan rico su vocabulario, que yo casi no los entendía. Discutían cada palabra, y hasta la presencia o la ausencia de una coma en el párrafo discutido.
Su tarea es todavía más difícil que la asumida por nuestra generación cuando se proclamó el socialismo en Cuba, a 90 millas de Estados Unidos.
Por ello, persistir en los principios revolucionarios es, a mi juicio, el principal legado que podemos dejarle. No hay margen para el error en este instante de la historia humana. Nadie debe desconocer esa realidad.
La dirección del Partido debe ser la suma de los mejores talentos políticos de nuestro pueblo, capaz de enfrentarse a la política del imperio que pone en peligro a la especie humana y genera gansters como los de la OTAN, capaces de lanzar en solo 29 días, desde el inglorioso "Amanecer de la Odisea", más de 4 mil misiones de bombardeo sobre una nación de África.
Es deber de la nueva generación de hombres y mujeres revolucionarios ser modelo de dirigentes modestos, estudiosos e incansables luchadores por el socialismo. Sin duda constituye un difícil desafío en la época bárbara de las sociedades de consumo, superar el sistema de producción capitalista, que fomenta y promueve los instintos egoístas del ser humano.
La nueva generación está llamada a rectificar y cambiar sin vacilación todo lo que debe ser rectificado y cambiado, y seguir demostrando que el socialismo es también el arte de realizar lo imposible: construir y llevar a cabo la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, y defenderla durante medio siglo de la más poderosa potencia que jamás existió.
Fidel Castro Ruz
Abril 17 de 2011
8 y 33 p.m.