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sábado, 26 de noviembre de 2011

LA PRENSA Y LAS REFORMAS



Cubano1er.Plano


El mundo está lleno de personas inteligentes desgastándose infructuosamente para cumplir tareas mal concebidas; también ocurre lo contrario. Excepciones aparte, la preparación técnica, la competencia profesional y la vocación de servicio de los periodistas y los directivos de la prensa cubana están fuera de duda; a la vez, los problemas fundamentales de la prensa no nacen en las redacciones ni es posible encontrar allí las soluciones. La mala noticia es que tampoco mediante actos de voluntarismo se resuelven fuera de ellas.
Aunque tiene una opinión crítica del desempeño de la prensa cubana, el presidente Raúl Castro no puede cambiarla porque no depende de su voluntad, sino de los mismos problemas estructurales y conceptuales que afectan al resto del sistema.
En las reformas en marcha en la Isla, el periodismo vernáculo no irá detrás ni delante del sistema sino junto con él, no será vanguardia ni retranca y cambiará cuando cambie lo demás. La prensa evolucionará para mejor si lo hacen los ajustes y si el sistema político se perfecciona. Quiéralo o no, en cada edición los comunicadores reflejan el curso de los esfuerzos para actualizar el modelo económico, no sólo por los asuntos que abordan, sino también por los que omiten.
Los hechos están a la vista. Los periodistas hacen gala de audacia y enfoques renovadores en las esferas económicas porque en ese campo las reformas avanzan consistentemente, mientras son tímidos y omisos en los ámbitos institucionales, políticos e ideológicos, porque allí no hay cambio alguno.
LA CRÍTICA
Desde hace años la cuestión de la crítica se ha convertido en el vademécum de los debates en torno a la eficiencia de la prensa cubana y de ese modo la discusión se desvía y se deforma. La prensa no se inventó para criticar sino para informar. El problema no es la crítica sino la información. Generalmente la información contiene la crítica.
LAS FUENTES
Otra de las constantes del debate que se ha convertido en muletilla y lugar común es la cuestión del acceso a las fuentes; eufemismo utilizado para aludir sin nombrar al papel de censores de los funcionarios estatales y políticos y a la dependencia del periodismo respecto a ellos. Qué respuesta puede esperar un periodista al preguntar a un ministro sobre el desempeño de su cartera, organizar una mesa redonda sobre el ferrocarril con los directivos del ferrocarril o cubrir una conferencia de prensa donde se hablará de un asunto intrascendente. En lugar de reclamar el acceso a las “fuentes oficiales” la prensa cubana pudiera probar a prescindir de ellas sustituyéndolas por el estudio y la investigación.
Las fuentes del trabajo periodístico son los hechos y sus protagonistas. Las bases son la formación profesional y la cultura, los medios están constituidos por la investigación y el estudio, las herramientas por block de notas, cámaras, computadoras, Internet y otros recursos; los resultados son historias contadas y hechos narrados por profesionales calificados, audaces e ingeniosos, que para describir lo ocurrido y opinar no debieran necesitar permiso.
LA LEY
Para ejercer su oficio, en las condiciones a que se aspira sea la sociedad cubana, los periodistas no necesitan una “ley de prensa” que los provea de derecho y de protección. Por ese camino habría que crear otra para los científicos sociales, para los académicos, los intelectuales y otros sectores afectados por el “síndrome del misterio”. Quien requiere algo así es el país, que debe ser salvaguardado de los ejecutivos de todas las jerarquías –desde guarda parques hasta ministros– que se arrogan el derecho de retener o escamotear información de interés social o utilidad pública. Los periodistas no están requeridos de derechos especiales, los funcionarios tampoco deben poseerlos. El pueblo es quien debe tener tales prerrogativas.
RETROALIMENTACIÓN
En las sociedades modernas con altas tasas de alfabetización, estructuras complejas y aceptables niveles de participación, los flujos de información a través de los medios de difusión forman una doble vía. De una parte constituyen herramientas del poder que los utiliza en calidad de “organizadores colectivos” para orientar a la sociedad y formar consensos en torno a metas compartidas y de la otra, son instrumentos para conocer lo que ocurre en el país y el mundo y enterarse de cómo piensan y reaccionan las personas antes las diferentes políticas.
Un ejemplo reciente del significado del periodismo (cuando es bien hecho) para enterar y motivar a las esferas dirigentes lo ha protagonizado Fidel Castro que en días pasados, al leer en el periódico Juventud Rebelde un artículo titulado “Una Extraña desconexión”, reaccionó de modo aleccionador. El día después una de las jóvenes redactoras fue sorprendida por una llamada:
—Buenas tardes, ¿es Luisa María?
—Sí.
—Un momento que le van a hablar.
—Luisa, te habla Fidel…”
De ese modo, con aquellos bisoños periodistas como personas interpuestas, el Comándate Fidel Castro inició un diálogo con la juventud y la sociedad cubana sobre los problemas de la disponibilidad y el uso de computadoras en las universidades y otros importantes asuntos relacionados con la prensa y la información:
La anécdota muestra a un estadista fuera de serie, adicto a la información, súper actualizado, extraordinariamente laborioso, capaz de procesar cientos de noticias, relacionar sucesos separados en tiempo y espacio, extraer conclusiones, lanzar hipótesis, calcular e incluso predecir el curso de los acontecimiento, que también saca provecho de reportajes realizados por profesionales principiantes que hacen bien su trabajo.
La prensa, los cables, las noticias y los comentarios son para Fidel y Raúl instrumentos de trabajo y análisis. ¡Aportemos mejores materias primas! Lo otro corresponde a ellos: zafar nudos, abrir llaves y esconder las tijeras con las cuales le cortan las alas al periodismo y si fuera preciso: ¡Jalar el mantel!
LA BATALLA DE IDEAS
La batalla de ideas no es sólo la del pueblo contra el imperialismo sino la lucha por promover el pensamiento avanzado. Las ideas que son el cemento cohesionador de las estructuras sociales, no crecen en la naturaleza sino que son actos de creación, frutos de la cultura y de la práctica de las vanguardias ilustradas. Ejemplo de ello es Fidel Castro que prisionero, sin secretarias ni notas produjo el documento político más avanzado y renovador creado en Cuba: La Historia me Absolverá. Las ideas unen, abren caminos y despiertan mentes como hizo el Che Guevara con El Socialismo y el Hombre en Cuba y como hace el presidente Raúl Castro con sus estremecedores discursos.
En un momento de lirismo, Carlos Marx escribió: “La historia se escribe con arreglo a pautas situadas fuera de ella…”, en otras palabras con sueños. Lo peor que le puede ocurrir a un aparato político es quedarse sin ideas. Hacer política sin imaginación y sin fantasía, sin creación y sin audacia es peor que comer sin sal.
La Conferencia Nacional del Partido está por celebrarse y en ella la prensa no será un convidado de piedra. Allá nos vemos.
Fuente: http://cubano-vento.blogspot.com/2011/11/por-jorge-gomez-barata-publicacion_22.html